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jueves, 26 de marzo de 2015

El post-parto.

Muchas de las escenas idílicas de papás tranquilos con las casas limpias, casas ordenadas y bebés durmiendo plácidamente, no son para nada las escenas que he vivido en primera persona después de haber parido a dos retoños.

El pelo recién lavado, un toque de maquillaje, la cara siempre feliz, porque siiiii!!!!! Tienes un bebé en brazos!!!! y voces gratuitas cuchicheando por tu alrededor diciendo cómo debes hacer las cosas a partir de ahora, porqué eres madre a mi tampoco me ayudaban en lo más mínimo. Más bien las abofetearías, ya que sí has parido tu y tienes un hermoso bebé que en los primeros días ni siquiera eres consciente que es tuyo ya que estás más pendiente del mal cuerpo que te queda después del parto y de no soltarte un pedo más fuerte de lo normal por los puntos que te estiran a tope.

Soñamos en tener un parto ideal con una epidural puesta a la perfección y pensando que la duración de la anestesia va a ser para siempre. Soñamos en tener manos ayudantes cuando las necesites y el poder estar junto a tu pareja contemplando lo que habéis hecho juntos, un bebé con el dolorcito tan dulce que tienen y que nadie, absolutamente nadie, te explica bien las cosas.

STOP AMIGOS! Eso no es verdad.

Sales del paritorio sin saber muy bien lo que llevas entre los brazos, como perdida en un laberinto de pasillos de hospital y el camillero de turno que se cree un Fernando Alonso yendo por los pasillos. El marido al lado sin saber muy bien lo que ha pasado, simplemente te ha acompañado durante el parto si ha sido vaginal o ni eso si ha sido por cesárea.

Los dos, que ahora ya somos tres, adaptándonos a la nueva situación y tu, si tu la recién parida hecha una mierda y pensando en que tienes que avisar a los familiares y amigos que hay un nuevo miembro en la familia. Entonces cuando los puntos empiezan a notarse de verdad, sangras como un cochino en una matanza y la anestesia ha perdido casi todo su efecto empiezan a llegar las visitas: abuelos, tíos, primos, amigos, niños, ... y todos con las mismas frases: ¿A quién se parece?, ¿Qué non@?, ¿Es muy tranquil@?, cómo duerme! (a toda pastilla a ver si le despiertan), el papá está muy contento, eh? (en esos momentos el papá está má pendiente de hacer de relaciones sociales que de atenderte. Coño! que parece que todos han ido a clase para decir las mismas chorradas!

De vez en cuando a algun@ se le ocurre pedirte cómo estás tu, cuando en realidad lo que le importa saber son los detalles más escabrosos: si llevas muchos puntos, si el papá se ha mareado, si le vas a dar el pecho y puede verte gratuitamente las tetas...

En esos momentos con las hormonas revoloteando a su aire, con el cuerpo hecho un trapo y esperando los tres días eternos a que te suba la leche, sólo tienes ganas de dormir y descansar, que te dejen en paz las relaciones sociales y eventos familiares, que esto es un hospital y no una sala de fiestas. Una mujer recién parida es una tigresa acobardada porque eres novata y no quieres meter la pata, pero en el fondo una tigresa que le pegarías a más de uno y una un buen bocado para que se callase.

Una mujer que acaba de tener un bebé y si es como yo que no tuve ayuda de nadie, pasa a ser una hermosa barriguita feliz a ser la central lechera, mantener la temperatura ideal del bebé y a satisfacer todas sus necesidades sin horarios y sin tregua alguna. En mi caso, el permiso de paternidad del papi duró 15 días y a partir de ahí te las arreglas como puedas. No tienes ganas de ir de visitas ni de recibirlas, ni de oír demasiados ruidos y según las voces de la experiencia: "aprovecha para dormir cuando el bebé duerma"... jajajajajaaaaa y quién te prepara la comida?, y quién se ducha por ti?, y quién va a la compra?, y quién te arregla, aunque sea mínimamente la casa?.

Señores déjense de regalar ropita, cestas de recién nacido, toallas y demás chorradas, que al fin y al cabo terminas con chopocientas cosas de cada. El mejor regalo es ir de visita a la casa de una para fregar los cacharros, poner lavadoras, arreglar la ropa, pasar la fregona y un tupper con comida preparada.

En todo eso el papá está de observador de la jugada. Es uno más en la cosa esta de tener bebés, pero está desplazado, ya que tu estás 24 horas al cuidado del bebé y al cuidado de tu propia integridad tanto física como moral. Él no se mete en nada, hasta que le pegas un primer toque y le dices: "Oye! que el bebé es de los dos!, tu también le puedes bañar, dar masajes cuando lo necesite y así me dejas un rato para mí". Peeeeero como el papá va a trabajar fuera llega cansado a casa y lo único que quiere es desconectar de todo y seguir cons sus hobbies de antes de ser padre. Pues no! porque la que ha parido eres tu, la que ha tenido una santa paciencia durante 9 meses has sido tu, la que ha tenido mal cuerpo e incluso sigue teniéndolo eres tu. Así que apechuga como el que más.

Papis del mundo: cuando vuestra pareja ha pasado por la gran experiencia de ser madre, es porque lo decidisteis los dos y los dos fuisteis a por el bebé. Decidle a vuestra pareja lo bonita que está, acariciadla el pelo, ponedle cremita, llevadle la cena a la cama si es necesario.

Cuando ha pasado la cuarentena vas al ginecólog@ y te dan el alta, la pareja te mira con ojitos diciéndote: al fin ya podemos! y tu con unas pocas ganas de nada, ni meneos ni achuchones ni nada. Entonces te sientes rara, poco "normal", "si me han dado el alta tendría que tener ganas después de no sé cuántos meses". La verdad es que no tienes el chocho para farolillos.

La gente piensa que ya estás completamente recuperada , pero nada más lejos de la realidad. Notas que se te escapa el pipí cuando estornudas o toses, tus tetas ya no son tuyas porque las has dejado en alquiler y tu centro neuronal aun no ha vuelto a su sitio. El post-parto señores míos no dura sólo cuarenta días, puede durar mucho más hasta que una mujer se siente mujer otra vez, se ve bonita y atractiva para su pareja, cosa que en mi caso aun no lo he sentido. Sigo perdida en eso de ser madre, con una peke de 4 años y un enano de dos añitos. Mi cuerpo ha cambiado, mis estados de ánimos también y el ver una película tranquila en el sofá de casa, se ha vuelto misión imposible!


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